Todo lo que debes saber sobre la fiebre hemorrágica, (Nairovirus)
Tipo de enfermedad
Las fiebres hemorrágicas virales (FHV) son un grupo de enfermedades que pueden llegar a ser mortales y que están causadas por virus pertenecientes a diferentes familias: arenavirus, filovirus, bunyavirus, togavirus y flavivirus. A la espera de la confirmación oficial por parte del Centro Nacional de Microbiología, en los dos casos españoles se trataría de Fiebre Hemorrágica de Crimea-Congo (bunyavirus).
Cómo se produce
Estos virus viven en algunos animales o insecto (mosquitos, garrapatas y roedores) que son los responsables de la transmisión a los humanos y que, geográficamente están restringidos a las áreas en las que vive su especie, según explican en el Instituto de Salud Carlos III. Los humanos se infectan cuando entran en contacto con los animales infectados por el virus, cuando les pica un mosquito o garrapata o por contacto con secreciones o excreciones de roedores infectados.
Transmisión entre humanos
Posteriormente, puede producirse la transmisión entre personas, por contacto con fluidos infectados, pero sólo en el caso de Ébola y Marburg (filovirus), Lassa (arenavirus) y Crimea-Congo (bunyavirus).
Características específicas
El virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) causa brotes graves de fiebre hemorrágica viral, su tasa de letalidad puede llegar al 40 por ciento y su transmisión se produce, principalmente a través de garrapatas, no existe vacuna y se trata de una enfermedad endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia, según datos de la Organización Mundial de Salud (OMS). La transmisión secundaria, de persona a persona, puede producirse por contacto directo con el enfermo o con sus fluidos biológicos, o indirectamente por contagio a través de objetos contaminados.
Cuándo aparece
Tras la picadura de garrapata, la fase de incubación es de uno a tres días, con un máximo de nueve. El periodo de incubación tras el contacto con sangre o tejidos infectados es algo mayor, de cinco o seis días, con un máximo documentado de trece.
Síntomas
Los síntomas comienzan de manera súbita, en forma de fiebre, dolor muscular, mareo, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia. Puede haber náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad, y puede aparecer dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, con hepatomegalia detectable. Otros signos clínicos posibles son taquicardia, adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos) y erupción por hemorragia cutánea) en mucosas internas (boca, garganta y piel). Normalmente hay signos de hepatitis, y los pacientes muy graves pueden sufrir un rápido deterioro renal, o insuficiencia hepática o pulmonar repentina después del quinto día de enfermedad. En los casos que no se recuperan, la muerte sobreviene durante la segunda semana y, entre quienes la superan, la mejoría comienza al noveno o décimo día.
Llegada del virus a España
Desde el Carlos III explican que la entrada de uno de estos virus en España era «impensable hace algún tiempo» pero que hoy es «un riesgo cotidiano que requiere una especial atención y vigilancia», debido al aumento de los viajes internacionales. Existe, además, el riesgo de importar los animales infectados, particularmente mosquitos y roedores. Los expertos advierten de que algunos virus, como Lassa y Crimea-Congo (y menos probablemente Ebola y Marburg), pueden transmitirse además por inhalación de aerosoles infecciosos, algo que debe tenerse en cuenta para evitar la transmisión nosocomial y para identificar a los contactos que puedan estar infectados.
Potencialmente ideológicas
En cualquier caso, aseguran, «no se puede sostener la idea inicial de que las fiebres hemorrágicas son enfermedades altamente contagiosas entre humanos». Deben considerarse potencialmente contagiosas las secreciones y excreciones corporales, la sangre, el semen y las muestras de tejidos de los pacientes infectados. Por ello, las personas con mayor riesgo de infección secundaria son las que están en un contacto más estrecho con las personas infectadas, aportándoles cuidados médicos o de enfermería, y los trabajadores de laboratorio que manejan su sangre, sus tejidos u otras muestras. Desde el año 2000 y por iniciativa de la Comisión Europea se han puesto en marcha programas nacionales de vigilancia de estos virus y se ha constituido la Red Europea para el diagnóstico de las Enfermedades Víricas Importadas. España puso en marcha, además un Programa de Vigilancia y Control de las Fiebres Hemorrágicas Virales.
El virus (Nairovirus), de la familia de Bunyavirus, no obstante, está presente en España desde 2010, según ha asegurado José Antonio Oteo, director del Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja, cuando se detectó en la provincia de Cáceres en garrapatas de la especie ‘Hyalomma marginatum’, que actúa como vector.
«El virus se detectó en garrapatas recogidas sobre ciervos«, según ha explicado este experto, que años más tarde confirmó que tanto el virus como las garrapatas pudieron llegar a España a través de aves migratorias procedentes de Marruecos.
Pese a ello, el hecho de que hasta ahora no se hubieran detectado casos en humanos muestra que esta garrapata –presente por toda España– no suele provocar muchas picaduras, menos que otras como la marrón presente en los perros. De hecho, se hicieron análisis de sangre para ver si cazadores de la zonas para ver si habían estado expuestos al virus y no detectaron la presencia de anticuerpos. Además, según reconoce Oteo, también miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), estudios en otros países han demostrado que el virus no siempre provoca casos de fiebre hemorrágica.
«Se ha visto que el porcentaje de población que ha desarrollado anticuerpos tras estar expuesto al virus es superior al número de casos detectados«, ha apuntado, de modo que «la mayoría de personas no van a enfermar o presentarán síntomas similares a los de una gripe». En aquellos casos poco frecuentes en los que se desarrolla fiebre hemorrágica, los síntomas más frecuentes son fiebre, náuseas, diarrea y un descenso de los niveles de plaquetas que favorecen los cuadros hemorrágicos y causar fallos en diferentes órganos.
En ese momento, según Oteo, «hay más cantidad de virus y está presente en secreciones, sangre, vómitos o heces, y es cuando el riesgo de contagio es mayor», en referencia al contagio de la enfermera que atendió al paciente ya fallecido. No obstante, la experiencia en otros países ha demostrado que «es menos contagioso» que otros virus causantes de estas patologías como el ébola mientras que la mortalidad en caso de cuadro hemorrágico tampoco es mayor, y oscila entre el 5 y 60 por ciento según las series analizadas. «Además, en la mayoría de casos cuando se confirma la infección las medidas de control adoptadas permiten cortar la transmisión», ha explicado, para lo que es necesario que los afectados permanezcan en unidades de aislamiento.
https://youtu.be/l1-y198g_EA
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