El Hambre – Relación entre el Cuerpo y la Mente
En apenas 1.300 gramos de peso (Cerebro) se almacenan emociones y conductas. Gracias a el funciona nuestra mente y nuestro cuerpo.
El hambre:
Debería ser muy sencillo de explicar: tenemos hambre, pues comemos.
En realidad nuestro organismo nos avisa de sus necesidades y así nosotros las cubrimos.
Pero en ocasiones no es así.
Tenemos hambre cuando hace bastante tiempo que no ingerimos ningún alimento y nos sentimos saciados cuando comemos.
Así pues la alimentación es algo básico e inherente en la naturaleza humana.
Pero si es tan sencillo y básico por que en la actualidad el hecho de comer puede constituir, en muchas ocasiones un motivo importante de preocupación e incluso de sufrimiento?
Hay que recordar que En el ser humano las motivaciones básicas como el hambre, la sed, respirar y la conducta sexual incluye multitud de factores biológicos como psíquicos que intentan mantener el equilibrio de nuestro organismo.
Fisiológicamente las señales que activan el circuito hambre-saciedad son la disminución de la concentración de glucosa en la sangre, la disminución de la temperatura corporal, la tensión de las paredes del estomago y procesos emocionales y afectivos, tales como la ansiedad, la tristeza o la preocupación.
Es de hecho por esta complejidad físico-somatica el que la conducta de comer se puede transformar en algo complicado y fácilmente alterable.
Diferentes estudios han demostrado que existen situaciones en las que algunas personas no pueden establecer el control adecuado sobre lo que comen, y ello les produce una gran preocupación y sufrimiento. En estos casos puede hablarse de trastornos del comportamiento alimentario.
Algun@s seguidores nos consultan ¿Por qué cuando se sienten tristes o deprimid@s tienden a comer mas?; La respuesta fisiológica según estudios realizados demuestran que en los casos de estados depresivos, se provocan o inducen cambios en la química corporal que afectan directamente sobre el hambre y las preferencias del gusto. De hecho estos estudios demuestran que los hidratos de carbono ayudan a elevar el nivel del neurotransmisor lo que produce efectos sedantes para el organismo.
Otra consulta habitual de nuestros seguidores es ¿El exceso de peso acorta la esperanza de vida?; Si el exceso de alimentación provoca un aumento de la presión arterial, esta provoca un incremento del trabajo del corazón y mas riesgo de enfermedades cardiovasculares.
En la actualidad además de la obesidad, se producen otros trastornos de la alimentación como la anorexia y bulimia.
De hecho e los últimos tiempos han aumentado de manera alarmantes.
Estas enfermedades son mucho mas frecuentes en las sociedades desarrolladas, donde existe un superávit de comida, además de un exceso de vida sedentaria y donde la cultura predominante otorga gran valor a la delgadez. Lo mas peligroso de estos trastornos es su alta incidencia negativa en las personas afectadas, tanto en su vida social, laboral, como en sus estudios y en su afectividad.
Aunque ambos trastornos son los dos extremos de un mismo proceso, vamos a diferenciarlos de forma sencilla y practica:
– Anorexia: Personas que sienten miedo intenso a aumentar de peso y/o engordar.
– Bulimia: Personas con episodios de gran voracidad alimenticia, incapaces de controlar tales episodios lo que les provoca ansiedad y sensación de culpa.
Aunque los expertos no se definen sobre las causas, parece ser que la influencia sociocultural es una de las principales causas del aumento de estos trastornos, que incluyen elementos somáticos, psicológicos, familiares y socioculturales.
Así pues la presión cultural hacia la delgadez como ideal de belleza es uno de los principales causantes de estos trastornos de la alimentación.
Para prevenir estos trastornos de una forma sencilla, eficaz e inocua es intentar tener un control sobre la presión sociocultural hacia la delgadez que ejerce nuestra sociedad.
Hay que tener una actitud critica hacia el mensaje que transmite la presión sociocultural occidental ya que el mensaje que transmite es el siguiente:
La delgadez conduce al éxito y al triunfo, frente a que la no-delgadez es el pasaporte seguro hacia el fracaso.
