Un cáncer cada 10 segundos
Cuando a Teresa Tam le diagnosticaron cáncer de mama con tan sólo 33 años, el mundo se le vino abajo. «Pensaba, ¿por qué a mí?, ¿por qué, si soy tan joven? No lo entendía, y me enfurecía por ello» comenta cuatro años después en una cafetería. Aunque al principio le costó aceptarlo, más tarde se dio cuenta de que no era la única en pasar por una situación como ésta, y con la ayuda de su familia y mucho esfuerzo por su parte consiguió superar su batalla.
A Teresa siempre le ha gustado la fotografía. Por eso, cuando tuvo que hacer frente a la quimioterapia para tratar su tumor en el pecho, recurrió a su afición por las luces y sombras para superar el mal trago. En ella encontró su refugio.
«Me daba miedo por las películas, allí todos aparecen destrozados», dice al recordar lo que sentía al empezar con el tratamiento. «Por eso, el primer día me saqué la foto de las manzanas, así es como me veía«, señala.
Sin que sea frecuente en personas tan jóvenes, su caso es uno de los miles que se registran cada año en Hong Kong, ciudad del sur de China, un tipo de cáncer, el de mama, que, junto al de pulmón, es el más común entre las mujeres del país más poblado del mundo.
En la China de hoy en día, las cifras asustan. Cada 10 segundos, a un ciudadano del país asiático se le detecta un cáncer. Esto equivale a unos 260.000 al mes (o 3,07 millones al año) según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Con 2,2 millones de muertes al año, esta enfermedad ya es la principal causa de mortalidad en la nación, una cifra que un reciente informe encabezado por el doctor Chen Wanqing, del Centro Nacional de Cáncer de Pekín, elevaba en otro medio millón de personas.
«El crecimiento del cáncer en China es terrible» declaró por e-mail el doctor Bernhard Schawartlander, representante de la OMS en el país. «Entre las principales causas del aumento están los hábitos poco saludables como fumar, la falta de ejercicio o un excesivo consumo de alcohol, sin olvidar el rápido envejecimiento de la población o la contaminación que padece el país«.
En un lugar destacado, se encuentra el cáncer de pulmón, que representa por sí solo una cuarta parte del total de los casos. Uno de cada tres cigarrillos consumidos en el mundo es encendido por algún ciudadano chino, y hay estudios que auguran que, de continuar esta tendencia, un tercio de los hombres jóvenes morirán por su causa.
Pese a que las autoridades han tomado cartas en el asunto y han tratado de frenar el consumo -ley antitabaco en Pekín incluida-, el hábito parece estar muy arraigado entre la población (sobre todo masculina) y se han contabilizado 15 millones de nuevos fumadores en los últimos cinco años.
Además, el desarrollo desenfrenado y sin miramientos que durante décadas se ha vivido en el país ha conllevado un deterioro sustancial del medio ambiente, incluyendo aire, agua y subsuelos. Hace unos días, un estudio de Greenpeace apuntaba que 293 de las 366 ciudades monitorizadas (un 80%) no cumplen con los estándares nacionales de calidad del aire, mientras que el Informe Oficial de Medio Ambiente de 2014 señalaba que el 61,5% de las reservas de agua freática no son aptas para el consumo humano.
«Es muy difícil establecer una relación directa entre la polución y el aumento en el número de enfermos por cáncer» subrayó el oncólogo Chan Leung Cho. «Sin embargo, hasta el propio Gobierno ha reconocido su importancia, así como la existencia de los llamados «pueblos del cáncer» (aquellos en los que vertidos de químicos venenosos y dañinos han producido numerosas emergencias), por lo que caben pocas dudas de que estén interrelacionados».
Pero no sólo la salud se resiente. El Colegio de Sanidad Pública de Harvard (EEUU) cifró hace unos meses en 5,6 billones de dólares el costo que deberá afrontar el Estado chino entre 2014 y 2030 para hacer frente a esta lacra. «El aumento del cáncer supone una gigantesca carga para la economía de China» subrayó el Yanzhong Huang, experto en salud china del Council on Foreign Relations estadounidense. «Al gasto médico hay que sumar los trabajadores enfermos, la pérdida de producción y una bajada en la demanda interna que es crítica para un crecimiento económico sostenido», añadió.
Además, Yanzhong puso el foco sobre las enormes diferencias sociales que existen en lo relativo a la salud y la atención médica. «En China existen dos mundos: uno similar al de los países desarrollados, y otro con las características propias de uno en vías de desarrollo. Como consecuencia, coexisten cánceres asociados a la pobreza (por ejemplo, el de estómago) con otros más propios de las naciones ricas».
En el gigante asiático, pese a que hay un sistema estatal que garantiza una cobertura parcial (con diferencias entre regiones), los pacientes muchas veces tienen que pagar de su bolsillo ciertas medicinas, los tratamientos en mejores centros o desplazamientos y alojamientos para poder ser atendidos. Según el especialista, estos costes suponen una «carga gigantesca» para muchas familias, algo que las arrastra a la miseria en muchas ocasiones.
«De los 70 millones de personas que viven en la pobreza en el país, alrededor de un 40% ha llegado a esta situación por los altos costes sanitarios y de atención médica, muchos de ellos a consecuencia de un cáncer» confirmó al respecto el doctor Schawartlander.
Con respecto al futuro, todos coinciden en señalar que pese a todo lo hecho por el Gobierno, que ha sido mucho, todavía quedan muchos esfuerzos y recursos por invertir si se quiere mejorar la situación y evitar los tres millones de muertos por año que algunos estudios auguran. «Limpiar el medio ambiente y fortalecer la prevención es muy necesario» sentencia Yanzhong, «pero lo que de verdad se necesita es profundizar en la reforma del sistema sanitario«.
La educación sobre los factores de riesgo y cómo se debe afrontar la enfermedad es otro reto en este país. Teresa lo sabe y por eso utiliza las imágenes que tomó de ella misma durante el proceso de enfermedad y tratamiento para sus charlas en la Fundación del Cáncer de Mama de Hong Kong para animar a otras afectadas. «Me gusta lanzar el mensaje de que, pase lo que pase, se puede salir adelante». Un proceso que reconoce duro a pesar de afirmar sentirse «feliz por poder raparme la cabeza para tomar esas fotos», asegura sonriente, aunque reconoce que el proceso con la quimioterapia no fue fácil: «Mi cuerpo era un campo de batalla, en él se estaba librando una guerra, y yo tenía que pelear por ganarla«, comenta. Al final venció.
Fuente: http://goo.gl/Wnfy57