Beyoncé, Jay-Z, Jennifer López, Pharrell Williams, Gloria Estefan o Shakira – La dieta que está arrasando
Dieta del astronauta, dieta Mayo, dieta Dukan, dieta de Scardale, dieta del plan F, dieta Prittiki, dieta Hollywood, dieta de Montignac… dietas, dietas y más dietas. El sobrepeso es una pandemia que asola a los países occidentales y, por consiguiente, una oportunidad de negocio ineludible en los tiempos que corren.
Si antes era común ver a famosos anunciando alimentos, la moda ahora es que las estrellas promocionen dietas, siendo sus propios cuerpos un ejemplo de la eficacia del plan desarrollado por un determinado experto. Como ejemplo, figuras como Beyoncé, Jay-Z, Jennifer López, Pharrell Williams, Gloria Estefan o Shakira se han proclamado ahora adeptos del régimen del nutricionista y fisiólogo Marco Borges que promete perder once kilos en tan solo 22 días, casi el doble de peso de lo que auguran otras soluciones. “Puedes controlar tu calidad de vida a través de lo que comes. Si una comilona de Houston como yo puede hacerlo, tú también” asegura la excomponente de Destiny’s Child.
Reflejado en su libro ‘The 22-Day Revolution’, el objetivo del plan es cambiar nuestro estilo de vida. Se garantiza con ello que modificaremos así nuestros genes, estimulando aquellos que benefician nuestra salud, mientras desactivamos aquellos que causan cardiopatías, cáncer o diabetes. Aunque la propuesta es de 22 días, el objetivo es que los hábitos adquiridos se mantengan durante más tiempo. Propugna Borges: “Esforzaros en introducir nuevas y más sanas costumbres y en el día 22 os encontrareis con una versión mejorada de vosotros mismos. Además, si habéis conseguido llevarla a cabo durante tres semanas, podréis cumplirla siempre”. El resultado final, si se llega a mantener la dieta durante tres meses, debería incidir sobre más de quinientos genes.
Modifica tus costumbres
La primera norma de la dieta es comer vegetales (el régimen es exclusivamente vegano). La segunda: come solo productos que provengan directamente de la tierra, es decir, alimentos biológicos.
Cualquier producto procesado o que haya sufrido alteraciones en el laboratorio queda automáticamente excluido. Nuestro cuerpo realiza un gran esfuerzo para digerir dichos alimentos que dañan nuestra capacidad para degustar sabores auténticos y que provocan problemas estomacales derivados de sus aromas y conservantes artificiales. Otros alimentos contraindicados por Borges son la soja y todo lo que contenga gluten. Las frutas y verduras, por el contrario, darán pie a que el cuerpo se concentre en desintoxicarse.
Frutas y verduras son ricos en carbohidratos complejos, pero pobres en grasa. Comer solo vegetales permite cumplir con facilidad la norma impuesta de ingerir un 80% de hidratos de carbono, un 10% de grasas y un 10% de proteínas al día. Si lo que se desea es adelgazar con más celeridad, los cereales y las legumbres deben limitarse a la primera comida del día y al almuerzo para que las calorías consumidas se quemen con la actividad de la jornada.
Tercer punto: hay que realizar solo tres comidas al día y llevar a cabo la cena por lo menos dos horas antes de ir a la cama. Si se opta por prescindir de la última comida, ofreceremos además al cuerpo la capacidad de consumir las reservas de grasa acumuladas. Es imprescindible comer con moderación, tomando conciencia de las señales internas que nos envía nuestro organismo.
La actividad física no podía tampoco quedar excluida. Las indicaciones dadas permitirán volver a programar nuestro organismo, mientras que el deporte conseguirá que el proceso se alargue en el tiempo. Por dicho motivo son imprescindibles al menos treinta minutos de ejercicio al día.
Por último, nada de refrescos ni alcohol. La base líquida de la dieta se resume exclusivamente en agua. Si queremos añadir algo de sabor, el té o el limón son óptimas opciones, eso sí, ni una cucharadita de azúcar en las bebidas.
Los comunes mortales opinan sobre la dieta
En Estados Unidos existe la posibilidad de llevar a cabo la dieta a través de dos opciones: preparar tú mismo los alimentos o pedir, a través de internet, que te los traigan a casa. Esta segunda opción debería llegar en breve a nuestro continente.
Con el propósito de bajar al mundo real, vamos a dejar a un lado la opinión de personajes célebres, para comprobar los efectos sobre la gente de a pie que se ha atrevido a probarla.
La periodista Lesley Messer eligió la opción de elaborar las recetas en su cocina. El motivo no podía ser otro que el económico: tres comidas al día durante tres semanas tienen un coste total de 600 dólares (unos 550 euros). Lesley cuenta que al inició se sentía con el estómago vacío y que odiaba la comida. La mayor presión provenía de seguir a rajatabla las indicaciones del libro, resultándole muy difícil conciliar las obligaciones de su trabajo y de su vida social con la elaboración de los platos propuestos, sin olvidar, por supuesto, la necesidad de dedicar un tiempo a la actividad física. En el caso de tener que comer fuera, muchos restaurantes que se declaran vegetarianos elaboraban las comidas con huevo o con mantequilla, lo que rompía con las normas de Borges. Todo ello llevo a Lesley a tener que violar inevitablemente la dieta de vez en cuando.
A pesar de lo prometido por Borges y por la propia Beyoncé, Lesley reconoce que si bien se sintió físicamente bien durante la dieta, le resulta imposible asegurar si de verdad sintió el incremento de energía que se promete con su cumplimiento. Por último, por lo que respecta al cambio de comportamiento, que garantiza que tras 22 días serás capaz de controlar completamente lo que comes, la periodista reconoce que desde el punto de vista personal sí se sintió con un mayor poder para controlar los alimentos que podía ingerir, pero ciertos encuentros sociales, como las cenas con los amigos, hacen que se presenten demasiadas tentaciones difíciles de soslayar.
Michelle Persad eligió, por el contrario, comprar los alimentos a través de la página web. Ella se declara una amante de la comida y quizás ello le supuso una dificultad añadida para limitarse a tomar exclusivamente los platos que le iban llegando.
Desde el tercer día, Michelle sintió algo que le era muy difícil de eludir: hambre, mucha hambre. Con todo, reconoce que con el paso de los días el cumplimiento de las normas se fue haciendo más asequible. A diferencia de la experiencia relatada por Lesley Messer, Michelle sí sintió un aumento de su energía, asegurando que la comida se había convertido en auténtico combustible para su cuerpo y que los resultados en la productividad de su trabajo fueron evidentes.
La conclusión de Michelle es clara: no volvería a realizar esta dieta, si bien no descarta tomar las comidas sugeridas en periodos puntuales, mucho más breves de los veintidós días indicados.
Las experiencia de estas dos mujeres nos sirve, en definitiva, para sopesar de una manera más objetiva las opiniones favorables de los famosos que circulan por internet. Hay que reconocer que no son negativas, pero sí que nos hablan por lo menos de los contras que no escucharemos en palabras del autor o de las estrellas implicadas.
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