Cuidados POST-Verano BÁSICOS, Hidratación, exfoliación y reparación

 

Tras el verano, la piel suele mostrar los daños visibles que los factores propios de la estación han dejado en ella.

Rayos UV, calor, cambios de temperatura bruscos, salitre, cloro… Estos son los principales factores externos que agreden nuestra piel durante los meses de verano. Los rayos UV activan la síntesis de melanina, medida endógena de protección de la piel, que trae consigo el tan deseado bronceado.

Pero debemos tener en cuenta que solo cuando la piel sufre agresión UV, se activa este proceso, por lo que, más allá de nuestro gusto por adquirir un tono dorado, este es un signo visible de daño solar.

Sumado a esto, la piel engrosa su capa córnea, capa más externa, y experimenta una gran deshidratación, por lo que, tras el verano, sentimos la piel más seca y tirante que nunca.

Por su parte, el salitre del mar y el cloro de las piscinas también ejercen una acción resecante y desequilibradora de su manto ácido natural, al igual que el viento y los espacios con aire acondicionado en los que la humedad ambiental es bajísima.

Nos encontramos por tanto con pieles que están profundamente deshidratadas, engrosadas y agredidas, por lo que debemos poner especial atención en cómo y con qué ayudar en su recuperación, siendo fieles a tres principios esenciales: Hidratación, exfoliación y reparación.

Hidratación

El agua es el elemento presente en mayor cantidad en nuestro organismo, y también en la piel. Reponer sus niveles hídricos correctos se hace esencial tras el verano, y el uso de cremas hidratantes y nutritivas es obligado mañana y noche. Tras estas, deberemos seguir con un producto que ayude a sellarla, y a protegernos del sol.

En el cuerpo, aplicaremos cremas altamente nutritivas e hidratantes mañana y noche, y durante el día si la piel ha perdido su confort.

 

Exfoliación

Al engrosarse la capa córnea y a la vez estar deshidratada, las células tardarán más tiempo en desprenderse de manera natural, por lo que la exfoliación es clave para ayudar en su renovación y tránsito de una piel bronceada a la normalidad sin pasar por un periodo cetrino y apagado.

La exfoliación, tanto facial como corporal debe ser efectiva pero suave, por lo que los productos que incluyan enzimas y/o ácidos naturales serán los mejores para conseguirlo.

Estos, nos ayudarán a desprender las células muertas y queratinizadas permitiendo que la hidratación que nos aportan los productos hidratantes llegue allí donde hace falta.

Deberemos usarlos entre 2 y 3 veces por semana, seguidos siempre de una mascarilla hidratante intensiva, hasta recuperar nuestro tono de piel normal.

Os recordamos que la exfoliación no hará que nuestro bronceado se vaya antes, pero si que permitirá que su perdida sea gradual sin perder la luminosidad.

Reparación

El sol nos ofrece muchos beneficios, pero también puede ser uno de los peores enemigos de la piel. Sequedad, quemaduras, manchas e incluso melanoma. Los rayos UV pueden dañar la integridad celular y perturbar su ADN, por lo que procurarnos grandes dosis de activos reparadores y antioxidantes es crucial para la piel.

Tras la limpieza y tonificación, siempre con productos no agresivos adaptados a nuestro tipo de piel, aplicaremos un sérum rico en vitamina C por la mañana antes de la crema, y por la noche uno de retinol.

Mientras que la vitamina C infunde los tejidos de vitalidad y relanza la síntesis de elastina y colágeno, minimiza la de melanina, con lo que recuperaremos elasticidad y firmeza y lucharemos contra la formación de manchas.

Por la noche, el aporte de retinol despertará el ciclo de renovación de la piel, facilitando el desprendimiento en superficie de rugosidades, líneas, arrugas, descoloraciones, y mejorando globalmente todos los sistemas de reparación y defensa de la piel.

En el cuerpo, aplicaremos cremas altamente nutritivas e hidratantes mañana y noche, y durante el día si la piel ha perdido su confort.

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