Cuando sospechamos que podemos tener fiebre, acudimos al termómetro en busca de una confirmación de nuestro veredicto anticipado. Sin embargo, aunque es cierto que la temperatura corporal normal debería rondar los 36’5°C, no todas las personas tenemos la misma temperatura de partida. Y no sólo eso, sino que además existen determinadas variables que pueden modificar nuestra temperatura interna y, en consecuencia, también nos pueden llevar a equívoco en el momento de interpretar el resultado.
A pesar de ser una variable muy constante, existen varios factores que pueden influir en ella. Eso sí, si el termómetro alcanza los 38°C no hay duda de que tenemos fiebre. Éstas son las principales:
Personales: sexo y edad
Al principio y al final de la vida es común que se den problemas de regulación de la temperatura corporal. En el caso de los ancianos, la temperatura media puede verse reducida más de un grado, por lo que es común que presenten una media cercana a los 35°C. Otro condicionante es el sexo del paciente y más concretamente el periodo del ciclo en el que se encuentran, en el caso de las mujeres, ya que entre la ovulación y la menstruación la temperatura corporal se puede elevar entre 23 y 5 décimas.
Lugar de medición
Según en qué parte de nuestro cuerpo nos pongamos el termómetro obtendremos unas décimas de diferencia. Por ejemplo, en la boca podremos obtener hasta 6 décimas más que tomándola en el oído. Por ello, lo importante es que para tener una aproximación más certera optemos siempre por medirla en la misma zona, ya sea la boca, el recto o la axila.
Momento del día
Cuando nos despertamos presentamos una temperatura más baja que a lo largo de la jornada. A medida que pasan las horas, aumenta progresivamente hasta llegar a su pico máximo, entre las 18 y las 22 de la noche, debido al ritmo circadiano de nuestro organismo.
Ejercicio físico
La actividad física incrementa de forma transitoria nuestra temperatura corporal. Acelera nuestro metabolismo basal y aumenta la producción de energía corporal, la cual se libera en un 75-80% en forma de calor. Los casos de agotamiento por calor o insolación responden a un fallo en el mecanismo de termorregulación que conlleva un fuerte aumento de la temperatura corporal.
Condiciones climatológicas
Existen varios factores condicionantes. Entre ellos, por supuesto, las temperaturas extremas (muy elevadas o muy bajas), pero también otros como la humedad, ya que cuando ésta es muy alta la pérdida de calor mediante la evaporación del sudor se dificulta y, por lo tanto, este sistema de refrigeración corporal se ve comprometido. Lo mismo ocurre cuando no existe movimiento del aire, ya que se dificulta la eliminación de calor corporal por convencción.
Enfermedad
Determinadas patologías también pueden desencadenar una reacción en nuestro sistema de autorregulación de la temperatura interna. Por ejemplo, los pacientes hipertensos presentan una mayor dificultad de hacer circular la sangre hacia la superficie de su piel y hacia sus extremidades, lo que impide una normal transferencia del calor y una mayor dificultad para retenerlo.