España ‘ha engordado’ durante la recesión económica: seis de cada diez de sus ciudadanos pesan más de lo que deberían, dos de ellos son obesos
El preocupante mapa de la obesidad en España
Al norte le sobran ahora más kilos que al sur ASTURIAS Y GALICIA lideran el Ranking de obesidad.
Un avance del estudio «Epidemiología de la obesidad en España». Este informe actualiza los datos recabados en 2005 por el último estudio de alcance nacional que se había hecho en España para medir la prevalencia de la obesidad, un problema que por sí solo representa el 2 % de todo el gasto público del país en sanidad. Y los datos no son buenos: si en 2005 cerca del 16 por ciento de los españoles padecía obesidad (es decir, tenía un índice de masa corporal superior a 30), en estos momentos esa cifra ronda el 20 %.
El mapa es el siguiente:
El comportamiento de las comunidades autónomas ha sido dispar a lo largo de once años transcurridos entre los dos estudios epidemiológicos, lo que presenta un mapa completamente diferente al que había en 2005: si entonces Canarias, Murcia, Andalucía y Galicia estaban a la cabeza de los índices de obesidad en España, en este momentos la tabla la lideran Asturias (25,5 % de la población) y Galicia (25 %), aunque sí presentes en lo alto Murcia (24 %) y Andalucía (24 %).
Y Canarias (20 %) ha caído a la quinta posición, gracias sobre todo a la mejora de los datos de su población femenina, que ha reducido en entre cuatro y cinco puntos sus tasas de obesidad, que llegaban a superar el 22 % en 2005.
Reflejado el problema, vamos a la solución:
El caldo de cultivo para la obesidad en España es el sedentarismo e ingresos familiares escasos, suele ganar «la comida chatarra», más barata que los productos frescos de temporada propios de la cocina tradicional, apunta.
«Más tiempo para comprar y cocinar, menos tiempo en el ambulatorio«.
De hecho la cocina tradicional, con productos «de proximidad», comienza a robarle terreno al modelo que se había extendido por imitación del turismo, con menos valores nutricionales, pero con mucha mayor carga energética.
La solución a nuestro juicio y el de muchos expertos, está en:
La educación, la promoción de la cocina tradicional y el trabajo conjunto con la industria alimentaria para que sus productos reduzcan de origen la carga de azúcar, sal y grasas.
No parece una respuesta al problema de la obesidad gravar con un impuesto especial las comidas más energéticas o las bebidas azucaradas, como se han planteado hacer algunas comunidades, porque estámos convencidos de que quien quiere tomar ese tipo de productos «se lo quita» de otros gastos.