¿QUÉ ES LA INMORTALIDAD CUÁNTICA?
“Podemos estar seguros de que todos vamos a resucitar”: lo dicen los físicos
Al menos en el plano teórico, la vida después de la muerte se puede conjeturar desde un punto de vista estrictamente científico. Y así lo hace una de las más destacadas físicas, Katherine Freese.
Si algo distingue a los seres humanos del resto de animales es que todos sabemos que, en algún momento, va a acabar nuestra vida; al menos tal como la hemos conocido hasta ahora. Es probable, de hecho, que las primeras manifestaciones culturales del género Homo tuvieran que ver, precisamente, con la constatación de esta realidad y los intentos por evitarla, que provocaron el despertar del fenómeno religioso.
El primer ritual funerario del que se tiene constancia, una cremación descubierta en el australiano lago Mungo, tiene una datación de entre el 24.700 y el 19.030 a.C, y, aunque es imposible saber qué llevó a estos primitivos humanos a quemar y enterrar a una de sus compañeras, es probable que buscaran burlar a la muerte, tal como hicieron todas las sociedades desde entonces.
A día de hoy sólo el 13% de la población mundial declara no tener una afiliación religiosa. Sin duda, el éxito de las diferentes confesiones reside en que son las únicas instituciones que pueden prometer la inmortalidad. Pero ¿y si dejaran de serlo?
Como explica el conocido divulgador estadounidense Clifford A. Pickover en su libro ‘A Beginner’s Guide to Immortality: Extraordinary People, Alien Brains, and Quantum Resurrection’ (Basic Books) y su última publicación ‘Death and the Afterlife: A Chronological Journey, from Cremation to Quantum Resurrection’ (Sterling), se puede ser un convencido ateo y creer en la inmortalidad.
“¿Si Dios no creó los universos, hay alguna esperanza de una vida futura llena de felicidad?”, se pregunta el científico en su manual de inmortalidad para principiantes. “La buena noticia es que, al menos, podemos estar relativamente seguros de que todos nosotros vamos a resucitar”.
En busca de la resurrección cuántica
Pickover cree que, al menos en el plano teórico, la inmortalidad se puede conjeturar desde un punto de vista estrictamente científico, gracias a lo que se conoce como resurrección cuántica. “Muchos astrofísicos de hoy en día sugieren que nuestro universo continuará expandiéndose para siempre y las partículas estarán cada vez más dispersas”, explica en el libro. “Esto parece un triste y aburrido final, sin embargo, incluso en este universo vacío, la mecánica cuántica nos dice que los campos de energía residuales tendrán fluctuaciones aleatorias. Las partículas brotarán del vacío, como de la nada”.
Nuestro universo sólo tiene 13.700 millones de años de existencia: en un tiempo infinito todos podríamos volver a la vida
“Normalmente, esta actividad es pequeña y las grandes fluctuaciones son raras”, puntualiza Pickover. “Pero las partículas emergen y, en un largo periodo de tiempo, algo grande está destinado a aparecer, por ejemplo un átomo de helio o hidrógeno e incluso una molécula orgánica completa, como el etileno. Esto puede parecer poco impresionante, pero si nuestro futuro es infinito podemos esperar mucho tiempo y casi cualquier cosa puede comenzar a existir. La mayoría de la mugre que emerja será una masa repugnante y amorfa, pero cualquier cosa, un pequeño número de elefantes, planetas, personas o un cerebro del tamaño de Júpiter hecho de oro puede surgir entonces y ahora”.
Y aquí viene la buena noticia. Según la física Katherine Freese, directora del prestigioso Instituto Nórdico de Física Teórica (Nordita), dado un tiempo infinito de tiempo, cualquiera de nosotros puede reaparecer. “Las fluctuaciones aleatorias pueden conducir incluso a un nuevo Big Bang, pero tendríamos que esperar mucho tiempo para que eso ocurra, cerca de 10 elevado a 1056 años”, explica Pickover.
Cierto es que no sabemos de nadie que haya experimentado una de estas teóricas resucitaciones cuánticas, pero nuestro universo sólo tiene 13.700 millones de años de existencia: en un tiempo infinito, cree Freese, todos podríamos volver a la vida.
¿Somos todos inmortales?
Aunque ha tomado diversas formas a lo largo de los años, la existencia de una suerte de “inmortalidad cuántica” es una idea recurrente de la física desde que el científico estadounidense Hugh Everett III propusiera en 1957 la popular teoría de los universos paralelos. Y la resurrección es sólo una de sus formas.
“Esta controvertida teoría mantiene que el universo se divide en cada instante en incontables mundos paralelos”, explica Pickover. “Más específicamente, la teoría sugiere que en cualquier momento que un universo se enfrenta a una elección de caminos a un nivel cuántico sigue en realidad todas las posibilidades, dividiéndose en múltiples universos. Según esta teoría, existe un inmenso número de de universos y, si es cierta, significa que hay todo tipo de extraños mundos.
Por ejemplo, en algunos universos paralelos la I Guerra Mundial nunca empezó, dado que el archiduque Francisco Fernando, el heredero del trono austriaco, se quedó dormido y no fue asesinado el 28 de junio de 1914”. De hecho, podría seguir vivo en algún universo en que los científicos hubieran logrado retrasar el envejecimiento y elevar la esperanza de vida a los 150 años.
Según los defensores de la inmortalidad cuántica (y no hablamos de un puñado de iluminados, sino de algunos de los más reconocidos físicos teóricos de la actualidad), la teoría de los universos paralelos de la mecánica cuántica implica que un ser consciente puede vivir para siempre. “Tu infarto no te mataría”, sugiere Pickover.
“Tu fatal accidente de bici que sufrirás dentro de un año nunca tendrá lugar. La teoría también implica que los terroristas continuarán existiendo, incluso después de que exploten sus mochilas en abarrotados centros comerciales”.
El ejemplo que se suele dar para entender el fenómeno es una variable del célebre experimento del gato de Schrödinger, vivo y muerto al mismo tiempo. Muy bien explicado, de nuevo, en palabras de Pickover: “Supón que estás en una silla eléctrica y tu verdugo está a punto de enviar una descarga eléctrica de 2.500 voltios por todo tu cuerpo. En casi todos los universos paralelos morirás. Pero habrá un pequeño conjunto de universos paralelos en los que sobrevivirás de alguna forma, por ejemplo una rata porque una rata muerde el cableado eléctrico justo en el momento en que el verdugo pulsa el botón, el presidente te da un indulto o todas las personas presentes en la sala de ejecuciones deciden que la pena capital es inmoral. La idea detrás de la inmortalidad cuántica es que estás vivo en todos los universos en que la silla eléctrica no funcionó y has sido liberado, y, por tanto, puedes disfrutar de ellos, aunque sean un conjunto muy pequeño de entre todos los universos posibles. De esta forma parecerá, desde tu propio punto de vista, que estás viviendo para siempre”.
Pero si bien teóricamente seguirás viviendo en el resto de universos paralelos, mejor no tentar a la suerte como hizo Gabriel Magee, un ejecutivo de J.P. Morgan que puso punto final a su vida después de saltar del techo de la sede londinense de la firma al asfalto del Canary Wharf. El joven de 39 años de edad probó en sus propias carnes lo que se conoce como “suicidio cuántico”, que no es más que la otra cara de la moneda de lo que estamos explicando. Según este concepto, desarrollado en los años noventa por los investigadores Hans Moravec, Bruno Marchal y Max Tegmark, podemos acabar con nuestra existencia en un universo que no nos convence –como era éste en el que a Magee le había dejado la novia–, por cualquier otro en el que no nos habremos suicidado –ya que nuestra novia seguirá con nosotros–. ¿Tentador? Mejor no comprobarlo.
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