Testosterona sustancia dopante ?; Se usa indebidamente la hormona, como si fuera un elixir de eterna juventud?
Hace años que operan en Estados Unidos o Australia, ofreciendo ayuda para paliar una serie de síntomas inespecíficos relacionados con la edad
Se abre el telón y una mujer despeinada surge de entre las sábanas haciendo una mueca que asociamos con la satisfacción sexual. A su lado figura un señor, entrado en los cuarenta, que salta de la cama, impetuoso, se atusa el pelo y se marcha a jugar la pádel. Y con el mismo ímpetu arrolla a su rival a base de pelotazos, dejando claro quién es el macho alfa y poniendo la guinda a una mañana que bien podría haber cerrado golpeando dos tibias contra el suelo. Se cierra el telón.
No es un sainete, sino un anuncio de la clínica de de baja testosterona Doctor T, la primera en operar en España. Son centros privados que ofrecen terapias hormonales a los hombres de mediana edad con el objeto de paliar los efectos de la andropausia. Su éxito ha sido considerable en países como Estados Unidos o Australia, donde llevan casi una década y no han dejado de crecer. La clave de este negocio, como habrá supuesto, está en la testosterona. Se trata de una hormona producida en los testículos y que es responsable de los atributos característicamente masculinos, como el vello facial, una voz grave o una estructura muscular más desarrollada. Sin embargo, a partir de los 40, los niveles de testosterona en los hombres disminuyen progresivamente hasta casi desaparecer en la vejez. Es un proceso muy similar al que sufren las mujeres tras la menopausia, aunque más dilatado en el tiempo y con síntomas inespecíficos que bien pueden achacarse a la edad como el cansancio, el insomnio, la reducción de la líbido, los achaques o el aumento de la proporción de grasa corporal.
Clinica del Dr.T (clinicasdoctort.com)
«A partir de los 40 muchos hombres sufrimos de disfunción eréctil. Y no solo eso, acumulamos grasa, perdemos masa muscular, nos sentimos tan cansados que no podemos ni hacer deporte… pues todo eso tiene cura», dice Enrique Marusi, director de Doctor T. A imagen y semejanza de las clínicas norteamericanas –que empiezan a acumular demandas-, los endocrinos de Doctor T sostienen que existe un gran déficit general de testosterona (en torno a 1 de cada 4 hombres de más de 35 años) que debe ser tratado en la mayoría de los casos. El tratamiento medio sale por 800 euros y trata de complementar -no suplir- la producción de testosterona natural, pero puede ser de por vida. «Una vez que ha empezado el declive de testosterona ya no hay forma de pararlo sino es administrándola exógenamente», explica Marusi.
En la sanidad pública también se ha disparado el uso de la hormona. Como se puede comprobar en el gráfico inferior, las doctores de atención primaria prescriben más del triple de recetas con testosterona ahora que a comienzos de la década. La pregunta que surge es, ¿estamos ante una gran epidemia de testosterona? Para el doctor Juan Gérvas, médico de cabecera, este es otro paso más hacia la medicalización de la vida. «El envejecimiento es un proceso fisiológico normal, nunca puede ser una enfermedad. Como el crecimiento y cualquier otro proceso del cuerpo humano, puede tener desviaciones que hay que corregir, pero son casos concretos, no grandes masas poblacionales», explica. Gérvas rebaja desde el 25% hasta un 0,5% y un 1% los potenciales pacientes de déficit de testosterona, y hablando siempre de personas con más de 50 años. «Los resultados por debajo de esa edad son anecdóticos. Si te fijas, la publicidad de estas clínicas y medicamentos no va dirigida al abuelo pensionista, sino a ejecutivos de 45 años con alto poder adquisitivo», relata.
Enrique Gavilán, médico de familia, va un paso más allá. Ha publicado, junto a la periodista Ainhoa Iriberri, un estudio que asegura que el auge reciente del hipogonadismo, la tercera denominación del SDT, o Síndrome de Déficit de Testosterona, se debe al marketing y no a las evidencias clínicas. «El SDT se conoce desde hace décadas, pero acaba de renacer tras el éxito de los fármacos que potencian la capacidad sexual como Viagra. Si te fijas, los laboratorios que fabrican testosterona y las clínicas que la utilizan como tratamiento hacen siempre publicidad que raya lo ético, incluso lo legal, pero que están aprobados y perfectamente dirigidos», explica Gavilán.
En el texto, Gavilán e Iriberri acusan a médicos, farmacéuticas y periodistas de fomentar, por acción u omisión, un uso indebido de la hormona, presentándola como un elixir de la eterna juventud cuando las pruebas científicas no son concluyentes.Gavilán lamenta que se haga negocio con la vejez y con «síntomas que en realidad no son síntomas de nada. ¿Que llegas a casa cansado? Pues claro, eso no te lo va a arreglar nadie, te estás haciendo mayor». Gavilán sí reconoce la existencia de un SDT ligado a unas condiciones médicas muy concretas, «y cubierto por la Seguridad Social», que no está ligado al paso de la edad.
Gavilán defiende la línea de la FDA (Food & Drug Administration), máxima autoridad sanitaria en Estados Unidos, que ha lanzado dos avisos contra el abuso de la testosterona. En el primero, más extenso, la agencia recuerda que solo se deben practicar terapias hormonales sustitutorias en aquellos pacientes que presenten niveles bajos de testosterona por una enfermedad o una lesión, y nunca por la disminución de la hormona propia de la edad. «La FDA ha aprobado el uso de productos con testosterona solo para casos asociados con ciertas condiciones médicas, como un fallo testicular derivado de problemas genéticos o en pacientes sometidos a quimioterapia. También está indicada para problemas con la glándula pituitaria o el hipotálamo cerebral, encargado de la producción de testosterona en los testículos», reza el texto.
El motivo por el que la FDA lanzó el warning es el rápido crecimiento de las clínicas de baja testosterona -o Low T como se conoce popularmente en Estados Unidos-, que entre 2009 y 2014 pasaron de la nada a atender más de 2,3 millones de pacientes. «Aproximadamente el 70% de ellos son hombres de entre 40 y 64 años. El diagnóstico más habitual de estas clínicas fue un escasamente específico «hipofunción testicular no clasificada». La agencia asegura, además, que el 20% de los pacientes sobre los que se efectuó una terapia de testosterona no tenían evidencias clínicas que la respaldase.
El agente dopante
Además de una hormona necesaria para el bienestar físico y psicológico, la testosterona también puede funcionar como sustancia dopante. El doctor Javier Romero, especialista en Urología del Hospital de La Luz, advierte que le llegan muchos pacientes derivados de terapias innecesarias de clínicas privadas. «Muchas de estas pequeñas clínicas están haciendo un mal uso de la testosterona. No podemos olvidar que es una sustancia dopante, que cuando te la administran te sientes muy bien, aunque no la tengas baja. Están creando testosteradictos«, explica.
Se desconocen los efectos a largo plazo de la terapia sustitucional de esta hormona. Su mal uso podría verse reflejado en la testosterona como sustancia dopante, muy difundida en los deportes de fuerza, especialmente en el culturismo, para ganar volumen muscular, así como mejorar en la resistencia y la velocidad. A largo plazo, su uso continuado puede producir infertilidad, disfunción eréctil y problemas cardiovasculares derivados del aumento descontrolado del hematocrito. Antes de que la FDA levantase la voz, la comunidad médica había criticado en muchas ocasiones la ligereza con la que se administran estos fármacos y tratamientos. La farmacéutica Bayer, uno de los principales fabricantes de testosterona de Europa, ha creado el portal ‘Tenemos una edad‘ para informar a los hombres sobre el SDT tardío. Incluye un test para determinar si se sufre un déficit de la hormona que incluye preguntas tan genéricas como si ha experimentado una «disminución en la sensación de bienestar» o si tiene la sensación de que ha pasado el mejor momento de su vida. Este periódico se ha puesto en contacto con Bayer sin obtener respuesta.
«No se puede diagnosticar un SDT tardío con un cuestionario de internet, y menos si se pregunta por el estado de ánimo. Eso solo genera falsos positivos. Ni siquiera puede servir como aproximación. Para eso estamos los médicos». La frase es del doctor Josep Torremadé, urólogo del Hospital de Bellvitge, quien coincide con Romero en la existencia de un síndrome de baja testosterona al alcanzar cierta edad. Sin embargo, Torremadé cree que la clave está en el diagnóstico: «Es obvio que existe un SDT tardío, y que tiene unas repercusiones en el hombre, pero nos falta aún definirlo clínica y biológicamente. No se puede medir con un análisis de sangre, como hacen en muchas clínicas, porque la testosterona varía mucho a lo largo de un día y depende de muchos factores. Hay que mirar el estado del hueso para ver si está sufriendo los efectos de SDT o disponer de una evolución de sus niveles de testosterona. Que nadie se deje diagnosticar SDT con un análisis».